sábado, 20 de septiembre de 2008

075

¿Alguien gusta llamar? Se los agradecería, pero la que lo necesita soy yo. Maldito subconsciente, ya no sé si alegrarme de tener ese tipo de sueños –al menos no soy del montón- o verme en la necesidad de no dormir. Dudo que lo último se pueda realizar. Creo que no, ¿gustas darme pastillas para no soñar?...

Y otra vez, con insomnio y obligaciones de levantarse temprano, con quehaceres interminables, con mi doble que acabo de descubrir hace una semana o dos, renovando cosas pasadas y medio pasándola.

Han sido días difíciles, la realidad está malhumorada y la ficción –que era mi mayor pasatiempo- está peor. Juanito está muy lejos y lugares interesantes no están disponibles. El caballo negro está enfermo, los productos aparecen caducados, laz luces aumentan, lo demás también y el 075 –mi línea de refuerzo- va de mal en peor.

-075, 075, ¡ayuda por favor!
-¿Qué pása?
-¡Me caí a un pozo ciego!
-Ahhh… si en 30 minutos no has logrado salir, vuelve a llamarnos.
-¿Qué?... ¿O sea que no van a venir?
- No.
(Cuelgan el teléfono)
-¡Qué maleducados!

Pues sí, la línea cambió, ya no es el viejo número. El nuevo resultó desagradable. Hoy no estaba como otros días, pero mi objetivo de la noche era escribir algo aquí. Ya que lo cumplí, en vez de celebrar –como la gente normal- iré a perderme en las ciudades bajas de mis pensamientos, a ver qué nueva historia me encuentro hoy.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Gracias.

Emborrachémonos con Rodolfo. Tan tranquilo como siempre. Juntemos otra vez las epifanías del corazón y tomemos vino tinto. Tú me enseñaste a ser así, bueno no, tú no te llevas todo el mérito, también es influencia mía. Es que era una de esas noches, cuando me pierdo en los sueños pasados y en el olvido de mis recuerdos, cuando la soledad se apodera de todo y extermina tu presencia, cuando tengo tiempo para pensar sólo para mí, pero lo desaprovecho y empiezan los alucines.

En fin, talvez sea la ocasión adecuada para un amor de verano, de naranja, por supuesto. ¿Aceptas? Sólo que está caducado. Bueno, es momento de subir a la azotea a ver las estrellas, pero la noche es nublada, o al menos es lo que quiero creer. Comienza el insomnio, la pesadilla ambulante de todas mis noches. Pero siempre hay algo que escribir. Y más con mis tratamientos, que actúan rápido. Sin embargo sigo teniendo ese sentimiento neutral, que conforme pasan los segundos, se vuelve como el de antier. La culpa la tiene esa hidra, pero el destino se encargará de eso.

Estoy sufriendo los estragos de la última batalla, esa la de los 16,268 elementos. El ocho como siempre marcando mis días. Comienzan los ruidos, y más problemas. Sólo espero que no pase a mayores, si es así, pues buscaré ayuda técnica. Van ya más de 17,000 contra cero. Eso es bueno. Espero siga funcionando, si no, me consolaré en tus brazos y todo estará bien. No conseguí un amor de verano esta noche. Conseguí contemplar tu recuerdo y sonreírle al tiempo. A tu tiempo, que es el adversario. Mientras, seguiré perdiéndome entre líneas y la tenue luz de la vela barata, igual que el viernes 1° de abril.